martes, 8 de diciembre de 2009

Inmaculada


Ninguno del ser humano

como vos se pudo ver;

que a otros los dejan caer

y después les dan la mano.


Mas vos, Virgen, no caíste

como los otros cayeron,

que siempre la mano os dieron

con que preservada fuiste.


Yo, cien mil veces caído,

os suplico que me deis

la vuestra, y me levantéis

porque no quede perdido.


Y por vuestra concepción,

que fue de tan gran pureza,

conserva en mí la limpieza

del alma y del corazón,


para que de esta manera

suba con vos a gozar

del que solo puede dar

vida y gloria verdadera. Amén.


L.H.

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