En aquel que es nuestra cabeza, hallamos figurado y demostrado este doble tiempo. La pasión del Señor nos muestra la penuria de la vida presente, en la que tenemos que padecer la fatiga y la tribulación, y finalmente la muerte; en cambio, la resurrección y glorificación del Señor es una muestra de la vida que se nos dará.
Ahora, pues, hermanos, os exhortamos a la alabanza de Dios; y esta alabanza es la que nos expresamos mutuamentecuando decimos :
Aleluya. "Alabad al Señor", nos decimos unos a otros; y, así, todos hacen aquello a lo que se exhortan mutuamente.
Pero procurad alabarlo con toda vuestra persona, esto es, no sólo vuestra lengua y vuestra voz deben alabar a Dios, sino también vuestro interior, vuestra vida, vuestras acciones.
En efecto, lo alabamos ahora, cuando nos reunimos en la iglesia; y, cuando volvemos a casa, parece que cesamos de alabarlo. Pero si no cesamos en nuestra buena conducta, alabaremos continuamente a Dios. Dejas de alabar a Dios, cuando te apartas de la justicia y de lo que a él le place. Si nunca te desvías del buen camino,
aunque calle tu lengua, habla tu conducta; y
los oídos de Dios atienden a tu corazón. Pues, del mismo modo que nuestros oídos escuchan nuestra voz, así
los oídos de Dios escuchan nuestros pensamientos.San Agustín
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