Reflexionaba esta semana sobre las calamidades o desgracias que a veces nos ocurren y cómo suelen ser nuestras reacciones.
El hombre se ve afligido por desgracias, a veces colectivas y otras individuales.
Guerras, hambres, diluvio, tormentas, fuegos, enfermedad, muerte....
El hombre ante la calamidad se rebela, blasfema y trata de buscar "ídolos" para liberarse de ella.
El hombre cristiano debe mirarse en la figura de Job.No blasfemó, de su boca salió bendición...
Las calamidades nacieron como consecuencia del pecado del hombre y afecta a toda la creación.
Son tiempos de prueba en que se manifiesta el rostro de Satán.
Para el cristiano la calamidad es iluminada por la luz de la Pascua. Triunfo sobre la muerte y el pecado.
Por el amor de Dios que actúa en la Cruz.Cristo triunfa sobre la muerte.
Ante esta historia de salvación , la calamidad cambia de sentido. Vivir la calamidad en la certeza de que uno es amado y en el poder de Cristo, es una gracia.
El Espíritu Santo es el motor que nos ayudará a alumbrar un mundo nuevo.
Tiempo de conversión y de invitación a Velar.
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