jueves, 2 de agosto de 2007

no estoy yo solo


Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estoy yo sólo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estoy yo solo.

Tras la primera música del día,
no estoy yo sólo.
Tras la postrera luz de las montañas,
no estoy yo solo.

Tras el estéril gozo de las horas,
no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo,
no estoy yo solo.

No estoy yo solo; me acompaña, en vela,
la pura eternidad de cuanto amo.
Vivimos junto a Dios eternamente.

L.H.

No hay comentarios: